Si nos fijamos en la página de los créditos de los libros, muchas veces encontramos unos sellos que garantizan la sostenibilidad de las explotaciones forestales. ¿Podemos estar seguros de que esta certificación funciona?
Los programas de certificación forestal surgen tras la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro de 1992. La deforestación tropical fue uno de los ejes centrales de aquel encuentro. Distintas entidades privadas promovieron en los años siguientes programas de certificación como el Consejo de Administración Forestal (FSC, por sus siglas en inglés), que es auspiciado por organizaciones ecologistas, y el precursor de lo que hoy llamamos Programa por el Reconocimiento de la Certificación Forestal (PEFC), promovido por el sector productivo.
Esta certificación pretende crear un mercado voluntario para verificar que la madera procede de la gestión sostenible de los bosques. El consumidor paga un poco más por un producto, pero puede estar seguro de que ha sido obtenido bajo unas condiciones dignas desde los puntos de vista ambiental, social y económico.
En la actualidad, PEFC es el sistema de certificación más expandido a nivel global, cubriendo 295 millones de hectáreas (algo superior a la superficie de Argentina), el 71 % de todos los bosques certificados.
Cómo obtener el sello
PEFC y FSC tienen una serie de estándares globales pero, a nivel nacional, la implantación difiere ligeramente de país a país. En España, por ejemplo, los criterios que rigen a la certificación PEFC vienen determinados por la Norma UNE 162.002, publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE)
Esta normativa no solo busca garantizar que el bosque aprovechado persistirá a lo largo del tiempo, sino que lo hará con un buen estado de salud. Para ello, se incluyen distintos indicadores que giran en torno a seis ejes principales: la biodiversidad, las funciones productivas, la mitigación del cambio climático, la salud y vitalidad de los bosques, sus funciones protectoras y los aspectos socioeconómicos.
Los propietarios forestales pueden, de forma voluntaria, solicitar la certificación. Si pasan la auditoría y logran la certificación, se revaloriza su producto. El consumidor interesado en la trazabilidad del papel del libro, o de cualquier otro producto forestal certificado, puede introducir en la web de la entidad certificadora correspondiente el código que aparece en el sello para conocer más detalles sobre la procedencia de la madera.
Ahora bien, en ocasiones, ciertos tipos de certificación pueden dar lugar a malentendidos, ya que existen diferentes acreditaciones y unas son más exigentes que otras. Por ejemplo, el sello FSC Mixto indica que procede de masas forestales controladas, pero no de bosques certificados.